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Fabio Javier ECHARRI
Vino de paso al Chaco en su adolescencia y se quedó para siempre. Aquí se casó y formó su familia. Fue el Ministro de Economía más joven en la historia provincial y un referente indiscutido a nivel nacional en materia algodonera. Lleva la docencia en el alma y disfruta transmitiendo su experiencia. Formó parte del grupo fundacional del Centro Vasco del Chaco ‘Kotoiaren Lurra’ para contribuir a difundir la cultura de sus ancestros.
Juan Carlos Larramendy y su hija Carolina en Garindein.
Fotos: J. C. Larramendy
Juan Carlos nació el 20 de agosto de 1938 en Pergamino, norte de la provincia de Buenos Aires. Su padre, Juan José, fue el hijo mayor de 9 hermanos. Su abuelo Juan Larramendy nació en Garindein —Zuberoa, Iparralde— en el año 1853, se embarcó hacia América siendo un niño de apenas 12 años. Vivió un tiempo en Uruguay, hasta que cruzó el Río de la Plata y se estableció definitivamente en Argentina, hacia fines del siglo XIX.
Este inmigrante zuberotarra formó su hogar en la localidad de Pergamino. Allí se casó con Gregoria Alzate, argentina hija de vascos nativos. Se afincó por unos años en el poblado de Acevedo, dedicándose fundamentalmente al comercio —fue propietario de un almacén de ramos generales—, y tuvo también un pequeño campo. Sus hijos fueron: Juan José —padre de Juan Carlos—, Cecilia Gregoria, María, Inés Martina, Sara Josefina, Héctor Dante, Félix, Angélica Leonor y Oscar Alberto. Todos realizaron estudios primarios y secundarios, salvo Juan José, y la mayoría se dedicaría a la docencia. A principios de la década de 1920 se produjo una crisis económica que afectó la producción rural en la región y gran parte del país, y en esta época falleció. Esto obligó a toda la familia a trasladarse a Pergamino.
Su hijo mayor, Juan José, trabajó en la empresa tabacalera Nobleza, en cual fue ascendiendo hasta alcanzar la jerarquía de gerente. Allí se casó con Nélida Torre, hija de inmigrantes italianos de clase media y familia numerosa, y de ese matrimonio nacieron Juan Carlos y Nélida Beatriz. Con ese cargo en la empresa tendría la obligación de asumir responsabilidades en distintas sucursales en todo el país. Primero le tocó Junín en Buenos Aires, continuó en General Pico en La Pampa, y luego Salta, noroeste argentino. Por razones de salud debió volver a Pergamino haciéndose cargo de esa sucursal hasta su completo restablecimiento. Entre las opciones que luego se le presentaron, eligió la ciudad de Resistencia, en la Provincia del Chaco. El destino que le siguió fue San Francisco, Córdoba, donde se jubiló. Pasó sus últimos años en la capital de esa provincia, falleciendo a los 56 años.
Los hijos del zuberotarra Juan Larramendy. De pie: Félix, Angélica Leonor, Héctor Dante, Inés Martina y Oscar Alberto; sentados: María, Cecilia Gregoria, Juan José y Sara Josefina.
Pero su estadía en Resistencia fue fundamental para que su hijo Juan Carlos decidiera quedarse en el Chaco. Éste hizo su escuela primaria y parte de la secundaria en las distintas ciudades en las que trabajó su padre. Pero fue aquí donde terminó sus estudios secundarios en la Escuela de Comercio, hizo muchos amigos, y estudió Ciencias Económicas en la Universidad Nacional del Nordeste, de la cual egresó con el título de Contador Público en 1963. En esta decisión tuvo que ver —y mucho—, su novia de la adolescencia, que se convertiría luego en su esposa y madre de sus hijos, Marta Sánchez. Se casaron en 1962, y al poco tiempo vinieron los hijos: Juan José, María Marta, Juan Carlos y María Carolina. Los tres primeros le dieron 6 nietos: Gastón, Bruno, Pedro, Mateo, Sofía y Paula.
Entre 1959 y 1960 hizo el Servicio Militar Obligatorio en la Marina, y le tocó prestar servicio en Casa Rosada, durante el convulsionado gobierno de Arturo Frondizi. De esta forma fue testigo personal de las asonadas militares que tuvo que afrontar la Argentina.
Ya siendo estudiante comenzó a trabajar en la Administración Pública Provincial, más precisamente en la Contaduría General de la Provincia del Chaco. Luego lo hizo en Dirección de Finanzas, en la que llegó a ser rápidamente Director de esta área estratégica de la política económica provincial. También, y desde antes de egresar de la facultad, sintió vocación por la docencia universitaria: primero ejerció como auxiliar alumno, luego como profesor adjunto por concurso, y finalmente como titular de la cátedra de Finanzas Públicas.
Algunas diferencias con el Ministro de Economía del Chaco hizo que presentara la renuncia a la Dirección de Finanzas en mayo de 1969. Cinco meses más tarde el Ministro dejó su cargo y Juan Carlos fue convocado por el gobernador Basail a ocupar el cargo vacante, cuando apenas había pasado los 30 años de edad, siendo de esta forma el funcionario de esta área más joven de la historia del Chaco.
Dejó el ministerio en 1971. Inmediatamente comenzó a trabajar en la compañía de seguros más importante que existía en la provincia en ese entonces: Cosecha Cooperativa de Seguros Ltda. Ocupó el cargo de gerente durante varios años, etapa durante la cual se vio obligado a dejar la docencia, actividad con la cual se sentía muy compenetrado.
Juan Carlos junto a su padre Juan José, su hermana Nélida Beatriz y su madre Nélida Torre. A la izquierda, en el momento de jurar como Ministro de Economía de la Provincia del Chaco ante el gobernador Basail.
La Unión de Cooperativas Algodoneras Limitada —UCAL— le ofreció la Gerencia General, cargo que ocupó hasta finalizar la década de 1980, cuando optó por jubilarse. Su trabajo en esta etapa de su vida fue arduo. Representó a la cooperativa en la Cámara Algodonera Argentina en la cual llegó a ocupar el cargo de vicepresidente, y formó parte del Directorio del Banco del Chaco en representación del capital privado. También tuvo la suerte de viajar a reuniones y encuentros internacionales del Comité Consultivo Internacional del Algodón, representando a Argentina, por distintos países americanos, europeos y asiáticos.
Pudo reingresar a la docencia universitaria, y lo hizo en la Universidad Tecnológica Nacional, en la carrera de Licenciatura en Administración Rural. Llegó a ocupar 4 cátedras, que son las que dicta actualmente: Economía de la Empresa Agraria, Comercialización I, Política Agropecuaria y Administración Rural y Seminario Final.
Sobre los distintos cargos que le tocó ocupar, nos dice:
‘Yo creo que cuando uno asume cargos de determinada responsabilidad adquiere un aprendizaje permanente, tanto de lo bueno que se hace como de los errores que indefectiblemente se cometen. Fui capitalizando experiencia que me servirían siempre… Hoy, en mi actividad docente, me doy cuenta de que puedo hablar determinados temas o citar ejemplos porque tuve la ventaja de haberlos vivido.’
Con su esposa Marta Sánchez, en una plaza de la ciudad de Resistencia.
Larramendy no se guardó para sí su conocimiento. No sólo escribió en la revista de UCAL y la Cámara Algodonera, sino también en otras de divulgación nacional, Diario Norte de Resistencia, y publicó junto con Luis Pellegrino el libro ‘El algodón, ¿una oportunidad perdida?’, en el que además de describir la política algodonera argentina en toda su historia, elabora una tesis sobre el por qué fue disminuyendo su cultivo debido a las malas políticas estatales en la materia, que se implementaron a nivel provincial y nacional. Participó además en numerosos congresos dando charlas y conferencias.
Además de escribir sobre la temática en la cual se ha especializado, Juan Carlos nos permite gozar de su talento creativo, al cual acude cuando el tiempo dedicado a la universidad se lo permite. Comenzó con ‘Diálogo con mi abuelo vasco’, publicado por ahora para la familia y los amigos, en el que imagina un diálogo con su abuelo a quien no conoció y del que poco supo, dejando que la imaginación cubriera esos espacios que la realidad no supo darle. Le siguieron algunos cuentos —uno premiado en San Juan y otro en el Chaco—, y una novela que todavía espera la imprenta.
Larramendy conformó el grupo primigenio de fundadores del Centro Vasco del Chaco ‘Kotoiaren Lurra’, en 1996, y en el cual ocupó siempre cargos en la comisión directiva como Tesorero, Vicepresidente y Presidente. En la institución pudo canalizar lo que el llama ‘el sentimiento vasquista’, organizando y participando de actividades sociales y de divulgación de la cultura e historia vasca. Algo difícil en una sociedad donde esta colectividad es minoritaria, comparando con otras provincias argentinas.
Él fue un referente indiscutible a nivel nacional en la temática algodonera, aunque en estos tiempos esté dedicado exclusivamente a la docencia, y su modestia le impida reconocerlo. Los cargos y responsabilidades que le tocó ocupar contribuyeron a acrecentar su experiencia y vincularlo a nivel internacional.
Por la docencia siente verdadera pasión, y no se ve retirado de esta actividad, aun cuando las universidades argentinas obligan a jubilarse a los profesores, sin tener en cuenta sus capacidades intelectuales y lo mucho que pueden seguir aportando por la educación superior. Nos cuenta:
‘Yo tuve la suerte de estar cómodo en todos los trabajos y funciones que me tocó desempeñar, y siempre puse lo mejor de mí y me siento satisfecho con mis logros. Pero si hay una actividad que me reconforta, que me hace vivir en plenitud, es la docencia, y sufrí mucho cuando debí dejarla. Tengo que prepararme para mi retiro, que seguramente no será fácil’.
Juan Carlos Larramendy con su esposa Marta, hijos y nietos en una reunión familiar.
Reconoce que todo lo que hizo lo pudo hacer porque contó con el apoyo incondicional de su familia, aunque de tanto en tanto dejaron escapar algún reclamo. Pero sabe que es un costo a pagar para hacer lo que él hizo, por él mismo, por ellos y por la sociedad. Entonces, el reclamo pasa a segundo plano. Porque sienten el orgullo de ser quienes son y saber de dónde vienen.
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